martes, 29 de diciembre de 2015

Flores en el borde de la ruta 40

Me gustaría saber los nombres de las plantas que crecen aquí, en los bordes de la ruta. Esas que están a orillas de la acequia, por ejemplo. O esas que se parecen a los brotes de los alisos de río. Les saqué fotos y corté algunas hojas y flores y las puse a secar en mi Moleskine en forma de acordeón. Voy a ponerme a estudiar.








Una finca con alfalfa y hortalizas

En esta finca hay alfalfa y hortalizas. Detrás, para el lado del cerro, hay un montecito de árboles bajos.




El atardecer en Payogasta: primeros estudios





lunes, 28 de diciembre de 2015

Primera exploración de Payogasta

Estoy en Payogasta, un lugar que suele ser de paso para los que visitan los valles calchaquíes. Está a 10 kilómetros de Cachi, sobre la ruta 40. Si uno va de la ciudad de Salta a Cachi, pasa por Payogasta casi al final. Si uno va de Cachi a La Poma también tiene que pasar por Payogasta.

Estoy en un hotel que hicieron en el edificio que fue la sala de la finca / hacienda de Payogasta y que se llama, obviamente, La sala de Payogasta. Mi habitación es la 5 y, como todas, da a un patio cuadrado. Es un poco hotel y un poco monasterio por lo despojado. Pero está puesto con mucho encanto, tiene un pequeño spa, hidromasaje en todos los cuartos y restaurancito gourmet, con vinos propios. Una linda mezcla. En la foto se ve uno de los paneles solares gracias a los cuales tenemos agua caliente.



El hotel está sobre la ruta 40, a un kilómetro, más o menos, de la plaza del pueblo.



Cruzando la ruta está uno de los viñedos y la bodega. Las tapias de adobe separan los potreros.



A un kilómetro, más hacia los cerros del este, hay otro viñedo. El camino pasa por algunos campos de pasturas. En este de la foto de abajo también hay un poco de maíz.




Como en todos los lugares de estos valles, lo que no es oasis de riego es desierto.




El río Calchaquí corre al pie de esta barda.



El pueblo es pequeño y tiene muchas casas de adobe.



lunes, 21 de diciembre de 2015

Paisajes brasileños

Desde el holandés Frans Post, que pintó en el siglo xvii los paisajes de Pernambuco, hasta los decimonónicos Facchinetti, Calixto y Brüggemann.

Me imagino los ojos bien abiertos de Frans Post frente a la exuberancia tropical.





Joseph Brüggemann (no encontré datos) pintó una vista de Florianópolis. El detalle tiene un no sé qué japonés. Me hace acordar a los grabados que mostraban el puerto de Yokohama en la segunda mitad del siglo xix.


Este es el cuadro completo (¡gracias Wikipedia!).



Otro pintor que llegó del frío. Nicolau Facchinetti, que había nacido en Treviso, pintó a fines del xix una casa de cuarentena en Ilha Grande (pas mal el lugarcito para estar en cuarentena). A diferencia de Post, que se volvió, Facchinetti se quedó y murió en Río de Janeiro.


Benedito Calixto, que sí era brasileño, pintó la rampa del puerto de Bispo, en Santos, de un lado y del otro. Yo habría hecho lo mismo. Almas gemelas.



Link al blog de la lindísima colección Cisneros de pintores viajeros acá.

En el Museo de Arte de San Pablo (3)

Tercera selección arbitraria. Una mujer sonriendo de Renoir y una composición en amarillo de mi amiga Tomie Ohtake.



En el Museo de Arte de San Pablo (2)

Segunda selección arbitraria. La madre y el niño.

Según mi amigo Giovanni Bellini. El niño está de pie.


Aquí los niños son tres. Sandro Botticelli y sus aprendices.


Sandro Botticelli él solo.



Jacopo del Sellaio o un discípulo anónimo de Botticelli, chi lo sa.


Maestro de San Martino alla Palma (siglo xiv).


Maestro del Bigallo (siglo xiii).

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En el Museo de Arte de San Pablo (1)

Primera selección  arbitraria.
El jovencito mirando el trompo / peonza / toton,  retratado por Jean Siméon Chardin. ¿No era que estaba en el Louvre?


Angélica encadenada, de Ingres. Ay, Angélica.



La resurrección de Cristo, de Rafael.


La lamentación de la virgen, de Hans Memling.




Degustación de libros en San Pablo

En mayo también estuve en San Pablo y pasé muchas horas en sus librerías. Aquí algunos hallazgos en la lindísima livraria Cultura del shopping Iguatemi. Su restaurant Maní Manioca completa  la experiencia sensorial.

Pasillos amplios, muebles de colores claros, buena luz.


Metros y metros dedicados a las literaturas extranjeras en idioma original.





En el sector de literatura italiana, los libro de Sellerio, con su cubierta en papel Fabriano azul.



La mesa de libros raros y rarísimos.


Muchos libros ilustrados.







Libros de música con partituras.



El megarubro Cocina bien representado.




Varios estantes dedicados a la temática religiosa.


Muchos ejemplos para estudiar diseño de colección.




Un libro sobre diseño japonés en encuadernación mariposa.