jueves, 9 de junio de 2011

Bogotá final

El último día en Bogotá, y en Colombia. Un día puede tener más de 24 horas.
Vi unas obras de pequeño formato en la colección de arte del Banco de la República. Como estas de Fídolo (!) González Camargo.

La calle real,  c.1915.


Paisaje del río Tunjuelo, c. 1910.

Finca La Palestina, Bosa.

Y esta otra, que me gusta que se llame Nocturno y tenga tanta luz blanca.

Nocturno. Arrabales de San Cristóbal.


Vi un óleo anónimo de la escuela humboldtiana (¿para que sea de la escuela humboldtiana una pintura tiene que mostrar volcanes?).

Páramo de las papas, c. 1840.

Y conocí a las monjas muertas (pero no me dejaron sacarles fotos; mejor).

Compré Cds en un negocio en la 7ma. y comí crêpes con Alfonso en el subsuelo del edificio Monserrate. Carlos: te hice caso a vos también.


Caminé por el eje ambiental.


Fui a mi querido tropicario del Jardín Botánico José Celestino Mutis. ¿Se pueden querer los lugares? Yo a este lo quiero.



Caminé por Teusaquillo.


Le saqué fotos a las Torres del Parque, de Salmona.


Y en la calle 10 con segunda me di cuenta de qué linda es esa esquina de La Candelaria de noche. ¡Y me enteré de que existe la carrera 0 (cero, sí, cero)!

El último día en Bogotá amaneció con un sol de verano; luego se nubló y luego llovió. Y luego dejó de llover, pero el sol ya no estaba. Así que ese día pude ver a Bogotá con todas sus luces y con todas sus sombras.

Bye bye Bogotá, bye bye Colombia, con la-33, que cantan "Bye bye" (¡eso coincide!) y que son de Teusaquillo (¡eso también coincide!): ¡te digo, mamita, así me quiero quedar!

Bye bye, Chocó

Me voy del Chocó con fotos de lugares secretos. No importa si no se ve mucho el mar.





Me voy del Chocó con "Boquita salá". No importa si no coincide. No importa nada.

Única huésped en Pijibá

Durante cuatro días tuve a Pijibá todo para mí.


¡Gracias Tello! ¡Gracias Choco!
Arroz con coco, pescadito frito, ensaladas, patacones, platanitos fritos. Jugos de fruta. Y café con arepas para el desayuno. Y café con panelitas de coco para después de las comidas.


Esta era mi cabaña. Con hamaca en el andén.


Y este, mi cuarto. ¡Qué lindo es dormir con mosquitero!


Pijibá está lleno de flores.








El trabajo de las mareas: una playa muy ancha o casi nada de playa. Tello calculaba bien el tiempo de los paseos para que no nos quedáramos sin camino.



A la noche, me dormía con los sonidos del mar, de la lluvia y de la selva.


La ensenada de Utría

ensenada. 2. f. Parte de mar que entra en la tierra.


A una hora y media de Pijibá, en lancha a motor, está la ensenada de Utría, uno de los lugares más bellos de lo que conozco del Chocó. A unos pocos pasos del centro de visitantes comienza un circuito para visitar los manglares.






Más información sobre el parque nacional aquí.

miércoles, 8 de junio de 2011

El mar del Chocó

El mar del Chocó "se brisa" por las tardes y golpea muy fuerte la orilla. 
En el mar del Chocó las playas son de arenas oscuras y hay una sola de arena blanca, en la isla de Salomón, en la ensenada de Utría.
Hay zonas donde la costa está cubierta de piedras, y otras donde desde los morros baja una lengua de piedra que se pierde en el mar.
En el mar del Chocó las playas son como son, con millones de cangrejos, troncos de árboles arrastrados por la corriente, islitas mínimas, cocoteros a punto de caerse porque el agua les dejó al aire las raíces. O majaguos cargados de florcitas amarillas, con las rojas ya dispersas en la arena.










"Verde es el árbol de la vida"



En chingo, a la catarata de la chontadura

Con el palanquero Eutimio remontamos el río Joví 45 minutos. Luego bajamos y caminamos un trecho corto, y allí estaba la cascada. Tello quiso ir "playando" y cuando no quedaba más remedio, se subía al chingo. Vimos muchos lanos, higuerones, pichindés y guácimos colorados. A la vuelta nos encontramos con una señora que lavaba la ropa. Choco me dijo, "es que a mí también me gusta lavar la ropa en el río de Joví".